En años recientes se ha producido un debate entre los círculos de la rama de la antropología biológica y todo gira alrededor del Australopithecus sediba una especie extinta de homínido australopitecino, cuyos únicos restos descubiertos tienen una datación de entre 1,78 a 1,95 millones de años en Sur África.
Después del descubrimiento realizado en el 2008 del cráneo de un Australopithecus sediba, en Malapa (una cueva cerca de Johannesburgo, en Sur África) la discusión paso a niveles internacionales en el 2012, cuando una investigación sugiere que esta especie vivía de una dieta rica en corteza de árboles, plantas y frutas.
Un estudio realizado por un equipo internacional de investigadores, demostró que el Astralopitecus poseía una limitación en la mordida similar a la de nosotros. Sin embargo, otras especies no eran tan limitadas, lo que sugiere que algunas evolucionaron para maximizar sus mordidas mientras las de otros si limitaron más.
Los investigadores pusieron a prueba la hipótesis de que el esqueleto facial de A. sediba está configurado (y posiblemente, adaptado) para consumir alimentos duros. Esta hipótesis predice que el cráneo de A. sediba es estructuralmente fuerte en respuesta a cargas de alimentación, y que es capaz de generar de manera eficiente altas fuerzas de mordedura en sus molares y premolares.
"La razón de esto, los distintos tipos de dieta, sugiriendo que estas diferencias afectan la morfología del cráneo", dice el Dr. Paul Dechow, Profesor principal en TAMBCD’s Department of Biomedical Sciences.
"Todo el estudio de la evolución humana y todos los cambios craneofaciales que tuvieron lugar en la evolución humana son importantes para la comprensión de la estructura y la mecánica de nuestro aparato dentición y la masticación actual", dice Dechow. "Es particularmente importante para un número de problemas asociados con la dentición humana moderna, siendo maloclusión humano moderno muy importante."
También se señala una preocupación común: la capacidad de la articulación temporomandibular, o ATM.
"La ATM fue el eslabón más débil desde el principio", dice Wang, uno de los varios investigadores principales del equipo de investigación internacional. Tal vez la parte más llamativa de sus conclusiones: "Australopithecus sediba parecía tener los huesos más fuertes, sin embargo, al igual que nosotros, no podían consumir alimentos muy duro."
"Ahora, esta información obtenida, complementa estudios realizados sobre la evolución craneofacial y cambios en la adaptación en los seres humanos que permiten entender los mecanismos actuales del aparato estomatognatico" dice Dechow.
Información de la función y estructura ósea de los primates modernos, fue obtenida usando técnicas de ultrasonido y métodos biomecánicos y comparadas con las del Australopithecus sediba, demostrando una gran similitud entre ambas, al mantener una dieta similar.
Referencias Bibliográficas:
- Ledogar J, Smith A, Benazzi S, Weber G, Spencer M, Carlson K, et al. Mechanical evidence that Australopithecus sediba was limited in its ability to eat hard foods. Nature Communications. 2016.