Existen numerosos estudios que demuestran la eficacia de la toxina botulínica en el tratamiento del bruxismo.
El bruxismo, es una actividad parafuncional diurna o nocturna en la que se aprietan los dientes, pudiendo dar lugar a varias lesiones orofaciales, como:
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Desgaste de los dientes,
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Lesiones periodontales
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trastornos de la articulación temporomandibular
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dolor muscular,
Existen hoy en día varios tratamientos para el bruxismo, en el que se incluyen fundamentalmente el uso de férula dental o medicamentos.
Estudios recientes, han demostrado que el bruxismo está causado por la alta actividad motora en los músculos de la mandíbula, lo que indica que la reducción de esta actividad pueda ser útil.
Las toxinas botulínicas, exotoxinas purificados de Clostridium botulinum, han sido utilizados para numerosos trastornos neuromusculares. Estas toxinas pueden inhibir la transmisión neuromuscular, lo que justifica su aplicación clínica en el tratamiento del bruxismo.
La toxina botulínica, la cual bloquea la liberación de acetilcolina, puede inhibir por tanto la contracción muscular en esta zona, relajando los músculos que afectan al bruxismo.
Las inyecciones de toxina botulínica pueden reducir la frecuencia de eventos de bruxismo dental, disminuir los niveles de dolor inducido por el bruxismo.
La dosis establecidas de toxina botulínica tipo A, para el tratamiento del bruxismo dental, son completamente seguras y eficaces en pacientes sanos.
La aplicación de BOTOX® (toxina botulínica tipo A) en los músculos masticadores ha demostrado ser una excelente herramienta para combatir las alteraciones del bruxismo.
El BOTOX® es un potente relajante muscular local que actúa por un amplio periodo de tiempo (3 a 6 meses), relajando los músculos masticadores afectados, sin producir los indeseables efectos secundarios de los relajantes musculares sistémicos (somnolencia, relajación de musculatura no afectada, disminución de reflejos, etc.).